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Luisa Muñoz

Como una rutina inaplazable en la oficina de la Subred Integrada de Servicios de Salud donde Luisa Muñoz trabaja, desde que se encendieron las alarmas por COVID-19 en Colombia, se escucha una sinfonía que se compone por el sonido del viento que entra por las ventanas abiertas, los ventiladores que se encienden cuando el primer funcionario llega, y los sonidos de atomizadores que esparcen toda clase de productos desinfectantes en cada escritorio, teclado o teléfono dentro de esta oficina.

 

Al llegar a casa los protocolos de rigor para salvaguardar su integridad y la de su familia, no se detienen. En la vivienda de la Familia Muñoz Beltrán se dispone de una cubeta destinada, únicamente, para depositar los zapatos que se usan en la calle. Aún en el antejardín de la vivienda, Luisa se retira todos los implementos que trae consigo y recorre, como si estuviera en medio de una maratón, el largo pasillo que conduce al baño. Ya con la tranquilidad de no portar nada que pueda contener rastros del virus, después de una larga jornada laboral, saluda a sus padres y a su pequeña hija, quien aún no entiende el porqué su mamá no le puede expresar su amor por medio de abrazos y caricias.

 

A pesar de todos los esfuerzos que realiza, diariamente, para mantener a su familia lejos de este virus, no deja de estar latente la preocupación de exponerlos a algún contagio debido a la labor que desempeña. Los primeros días desde que empezó el brote de contagios por COVID-19 en la ciudad de Bogotá, la preocupación de Luisa no le permitía dormir y llegó a perder el apetito. Los cuadros de ansiedad que presentó son cada vez más frecuentes en otros trabajadores que, como ella, se exponen diariamente a este virus. Según un estudio realizado por la firma Cifras & Conceptos, denominado Ansiedad y depresión en el confinamiento: una lectura de la situación en Colombia, Luisa hace parte del 59% de bogotanos que afirman haber presentado niveles altos de ansiedad durante el confinamiento.

 

El portar una chaqueta o un carné que la identifica como miembro del sector salud, según Luisa indica, ya la ha hecho merecedora de un trato diferente e, incluso, despectivo; sin embargo, ella recalca la importancia de este sector, como primera línea de defensa, ante esta pandemia. Luisa reflexiona sobre la recompensa que se obtiene en el desarrollo de su labor, y afirma que no es ni el dinero ni los aplausos, es que las personas entiendan la importancia de quedarse en casa para protegerse y proteger a sus familias, pero también para alivianar las cargas laborales y psicológicas, con las que están lidiando médicos y enfermeros en todo el país.

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